La estructura arquitectónica no se trata solo de los materiales físicos como concreto, madera, metal o cristal. También incluye los espacios vacíos que esos materiales no ocupan, pero que enmarcan y definen el espacio. Los componentes físicos forman el sistema material, el espacio positivo que podemos tocar y percibir de manera concreta. En contraposición, los espacios vacíos constituyen el sistema espacial o espacio negativo, aquellos que podemos ver debido a que permiten el paso de luz y sombra, y que están delimitados por lo físico. Ambos sistemas, el material y el espacial, son diseñados y manipulados para crear una composición que provoque reacciones emocionales o direccionales en quienes experimentan ese lugar.
Cuando uno entra a una estructura, lo que primero se percibe son los elementos concretos que la conforman: sillas, paredes, escritorios, pisos o ventanas. Estos forman el espacio positivo en el que nos movemos y que delimita el lugar. Al diseñar, el arquitecto piensa no solo en la funcionalidad, sino también en cómo lograr que esos materiales y elementos sean visualmente atractivos. Un claro ejemplo es el Spa of Vals-les-Blains, donde el uso de madera clara, cemento y piedra natural genera una sensación de integración con la montaña, haciendo que el espacio positivo se sienta abierto y lleno de luz natural.
Dentro de este sistema material también se perciben espacios negativos que tienen un papel igual de importante. Estos espacios vacíos permiten que el aire, la luz, las personas y el sonido fluyan dentro del lugar, influyendo directamente en la experiencia de sus usuarios. En la decoración o remodelación, el espacio negativo es fundamental para evitar que un lugar se sienta saturado o pequeño. Por ejemplo, en una sala de espera o un espacio familiar, dejar espacios vacíos genera una sensación de tranquilidad y serenidad. En un comedor, el espacio negativo es crucial porque la mesa se llena al momento de comer y se necesita cierta libertad para evitar incomodidad o prisas. Dominar el diseño de estos espacios negativos es un reto, pues no se trata de llenarlos con cualquier cosa, ni dejar todo vacío, sino de encontrar un equilibrio adecuado.
Finalmente, el manejo de los espacios positivos y negativos es un aspecto fundamental en el diseño arquitectónico. El arquitecto debe tener claridad sobre qué elementos materiales utilizar y cuándo es necesario dejar espacio vacío para que el ambiente funcione bien y sea agradable. Estos elementos no solo forman la estructura física, sino que afectan directamente la experiencia de las personas que la habitan o visitan. Por eso, el sistema material es uno de los pilares más importantes en la creación de cualquier obra arquitectónica.
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